viernes, 9 de octubre de 2015

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Es parte de un proyecto para mejorar el aprendizaje, la asistencia a clases, la expresión oral y para evitar el abandono escolar. Son de la escuela República del Ecuador, del Ipem 124 y de una escuela primaria para adultos. Presentan un CD en el Instituto Simón Bolivar.
 
Soy un muchacho de barrio que no tiene horario cuando hay que cantar / soy uno más de la esquina de esa barra querida que no voy a olvidar / soy un muchacho de barrio y aunque pasen los años nunca me olvidare / que mi escuela fue la calle / que en la vida pierda o gane / yo te lo juro por esta…”
 
La letra de Soy un muchacho de barrio, de Carlos “la Mona” Jiménez, suena fuerte y original en la escuela República del Ecuador. Es una mezcla del cuarteto más popular de Córdoba con los acordes del Lago de los cisnes, de Piotr Ilich Tchaicovsky, el compositor ruso del Romanticismo clásico. Es una fusión inédita: El muchacho Tchaicovsky.
 
El lunes pasado, 15 niños de la primaria y Micaela, una mamá y alumna de la escuela primaria de adultos que funciona en esta institución de barrio San Roque, realizaban uno de los últimos ensayos de ese y otros temas para la presentación del CD De pasiones y encuentros, que se realizará el jueves, a las 20, en el Instituto Superior Simón Bolívar, en Agustín Garzón 1.200, de barrio San Vicente.
 
El repertorio representa 10 valores (coraje, paz, esfuerzo, sencillez, generosidad, entre otros) que propone Scholas, un proyecto del papa Francisco para acercar experiencias de escuelas de diversos credos y geografías. El muchacho Tchaicovsky, por caso, representa el valor de la autoestima. Mientras que Canción de Schubert a la madre, que une a Gary con Schubert, resalta el valor de la familia.
 
“Está muy buena la idea. No conocíamos nada de música clásica. Acá se escucha cuarteto. Es la forma de aprender otras cosas”, asegura Micaela, estudiante de la nocturna.
 
La idea se enmarca en los proyectos solidarios y artísticos que impulsa desde hace 13 años esta institución, ubicada en una barriada que se conformó con vecinos provenientes de seis asentamientos marginales reubicados en 2011, cerca de la avenida Fuerza Aérea.
 
“La conocen como la escuela de los carreros. Yo aspiro a que se conozca como la escuela de los carreros y de la cultura”, dice Oscar Díaz, el director.
A la escuela asisten 300 alumnos, de 180 familias, que, en su mayoría, viven del carro. “La escuela debe producir y reproducir una cultura, armándola y desarmándola según el contexto”, opina Díaz, para quien es imposible disociar educación, cultura y pedagogía.
 
La escuela recibió en dos oportunidades el Premio Presidencial, del Ministerio de Educación de la Nación (2012 y 2104), cuyos fondos se reinvierten en nuevas iniciativas. La intención es aprender con un anclaje en la realidad de la comunidad.
 
Una cajita de música
 
La propuesta surgió a fines del año pasado cuando autoridades y docentes recogieron el interés de los alumnos y de sus familias por ampliar los horizontes musicales sin que un género excluyera al otro.
 
Muchas familias identificaban la música clásica sólo por el sonido de las cajitas de música o por las publicidades de artículos de lujo, perfumes o autos de alta gama.
La intención era tomar lo conocido y lo vivido en el contexto, como lo es la música de cuarteto, y ampliarlo hacia un mundo desconocido y curioso para la gran mayoría, como es la música clásica.
“Es lindo el proyecto. Cantando nos olvidamos los problemas que traemos de casa”, dice Abril, de quinto grado B.
 
Se propuso trabajar desde el Centro de Actividades Infantiles (CAI), que funciona los sábados, con alumnos con falta de motivación en los aprendizajes, reiteradas inasistencias, dificultades para expresarse o con aquellos en riesgo de abandono en su paso hacia el nivel secundario.
 
“Es muy emocionante, aunque no fue fácil conocer y fusionar. Pero pudimos afrontarlo”, asegura Lilian Beliz, maestra comunitaria del CAI, y docente de grado.
También se invitó a participar a estudiantes del Ipem 154 Martín Miguel de Güemes de barrio Rosedal, también con orientación artística, y a jóvenes y adultos que cursan en el Cenpa (escuela primaria para adultos) en República del Ecuador para que actuaran como “promotores y estimuladores de los procesos culturales”.
 
Así, quedó conformado un equipo de 15 alumnos de la primaria, cinco adultos del Cenpa y 20 secundarios, junto a Valeria Foglino, profesora de música y vicedirectora del Güemes, Mariano Raimondo, coordinador del CAI en República del Ecuador y las maestras Lilian Beliz y Sonia Acosta.
 
“Encontramos en la música un medio distinto para expresarnos”, subraya Raimondo. Mientras Sonia Acosta, acota: “Quisimos que la música clásica no sea lejana, sino también hacerla nuestra, propia”.
 
Popular y clásico
 
En el proceso, cada uno aportó su talento. Algunos relevaron información sobre compositores universales, como Beethoven, Schubert o Bach, e intérpretes locales o latinoamericanos, como Carlos “la Mona” Jiménez o Gary.
 
Otros, seleccionaron temas y composiciones, realizaron intervenciones y aportes sobre pistas mezcladas y masterizadas o interpretaron, a través del canto, obras del cancionero popular y característico de Córdoba pero recreadas, rítmica y sonoramente, con el estilo clásico.
 
“Del análisis de cada una de las letras se fueron descubriendo valores implícitos que fueron trabajados grupal e individualmente, seleccionando 10 de los 15 valores impulsados por el papa Francisco en su obra Scholas”, plantea Díaz. Y agrega: “Se observaron avances en los chicos, mejoras en la oralidad y en la asistencia a clases”.
De Pasiones y encuentros se produjo con el aporte de fondos del Premio Presidencial 2014, con la contribución de concejales de la ciudad y apoyo financiero del sector privado. Se realizaron 500 ejemplares, que se distribuirán de manera gratuita en la comunidad.
 
Proyectos premiados: un memorial y un libro
 
Memorial. La escuela recibió en 2012 el premio Presidencial Escuelas Solidarias, que otorga el Gobierno Nacional, por el memorial artístico que lleva el nombre “Ausencias eternas”, que se ubica a la entrada del colegio en barrio San Roque. Se realizó, en 2011, en homenaje a las víctimas del barrio, es decir a aquellos que murieron en situaciones violentas, en enfrentamientos con la policía, en peleas callejeras o por abortos clandestinos.
 
Libro. Mi vecino… ¿quién es? recibió 
15 mil pesos al obtener el segundo lugar 
en el Premio Presidencial del 2014. La publicación es resultado del proyecto de construcción de la identidad de barrio de Las Flores II, pegado a San Roque, que congrega a pobladores de seis antiguas villas de emergencia de la periferia de la ciudad Córdoba, a partir de los relatos de vida de sus habitantes.