viernes, 2 de octubre de 2015

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Cuando se la escucha hablar de su trabajo, pareciera que Marianela Alem se convirtió en peluquera casi sin darse cuenta. De chica, observaba a su abuela cortándoles el cabello a sus clientas y de pronto ella está aquí, pasándole una máquina a Junior.





“Mi abuela era profesora y tenía una academia. Siempre iba a verla cuando era chica y me gustaba ver cómo arreglaba cabezas. Crecí y me hice peluquera”, cuenta, como quien habla de una experiencia de toda la vida, pero en realidad tiene sólo 16 años.
“Me enseñó bastante. Además empecé a estudiar a los 12 y a los 14 ya trabajaba, repartiendo volantes y haciendo changuitas. Y después, hace un año y medio, comencé a atender clientes acá en Providencia”, dice.
Marianela estudia en el 4° del Ipem Martín Miguel de Güemes, de barrio Rosedal Anexo. Ahí cursa a partir de las 7.30 desde este año, porque se tuvo que cambiar de colegio para poder organizar sus horarios. Pasa algunas horas en su casa y a las 15.40 ya se sube a un colectivo para llegar a la peluquería o a la academia que era de su abuela, donde también tiene algunos días de trabajo.
Termina la jornada a las 20, en teoría.
Si hay más clientes puede que siga hasta las 22.
“Estudio cuando vuelvo a mi casa, o en el tiempito entre que salgo de la escuela y vengo al trabajo. Aunque trabajo sigo estudiando, porque sin el colegio no somos nadie hoy en día. Sí o sí hay que terminarlo”, asegura.
Su ingreso es un aporte importante en su casa, porque ella puede administrar sus gastos y colaborar con la familia. “Más adelante me veo estudiando alguna otra cosa y trabajando en mi peluquería”, dice con un optimismo joven e inquebrantable.